Hace ya un par de semanas, mientras conducía por la mañana hacia el trabajo, escuché en no recuerdo qué emisora de radio una noticia que me pareció escalofriante y de la que tomé nota para escribir una entrada en mi blog, aunque la posterior vorágine laboral provocó que se perdiera en el mar de procesos inútiles que es mi cerebro hasta que hoy el diario El Mundo la ha vuelto a traer a primer plano. Según la noticia, Estados Unidos estaría planteándose el considerar los ataques cibernéticos, o al menos algunos de ellos, como actos de guerra, ante los cuales se reservarían el derecho de contraatacar con medios militares convencionales. Así es como cataloga a los ciberataques la nueva estrategia de Internet del Pentágono, un panfleto de unas treinta páginas que según El Mundo será presentado dentro de unos días.
"Si interrumpe nuestra red eléctrica, tal vez enviemos uno de nuestros misiles", dice un anónimo oficial norteamericano citado por The Wall Street Journal. No tengo el gusto de conocer a tal oficial, pero por la bravuconería de la frase uno se imagina al Sargento Hartman pronunciándola en Parris Island mientras se recoloca el escroto con la mano. ¿Enviarán un misil contra quién?. Si ya resulta complicado determinar la autoría de los ataques terroristas, no digamos en el caso de los llamados ciberataques. ¿Considerarán los norteamericanos el ataque de un hacker español suficiente razón para declarar la guerra a un país de cuarenta millones de habitantes? ¿O será más bien un bombardeo selectivo en función de direcciones IP? Esto suena a una excusa más a añadir al ya extenso repertorio para declarar la guerra a quien se les venga en gana cuando se les venga en gana. Los americanos, con Obama y sin Obama, siguen siendo americanos, con sus cosas buenas, que las tienen y muchas, y también con su espíritu belicista.
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