Internet, un juguete peligroso

Internet ha pasado, en cuestión de unos pocos años, de ser una red utilizada por una minoría de usuarios de perfil en su mayoría científico y académico, a convertirse en uno de los medios de comunicación más importantes de nuestra época. Este crecimiento ha pillado por sorpresa a gran parte de la sociedad y especialmente son las generaciones a las que este boom les pilló ya en la edad adulta las que en general están teniendo más problemas para comprender la dimensión de este fenómeno.

El diario El Mundo publicaba esta semana una noticia que hace referencia a un estudio según el cual más de siete millones de usuarios son menores de 13 años. Considerando que el número total de usuarios de Facebook en el mundo ronda los 500 millones, estamos hablando de bastante más de un 10%, lo cual es una auténtica barbaridad.

Cuando yo tenía diez años me pasaba el día en la calle, jugando al fútbol, a las chapas, o a lo que fuera que estuviera de moda en cada momento. Ahora los tiempos han cambiado. Los padres tenemos miedo de lo que les pueda pasar a nuestros hijos en la calle y preferimos tenerlos vigilados de cerca. O eso creemos, porque es muy cómodo echarse una siestecita mientras el niño o la niña navega en silencio por la Red en la ¿tranquilidad? de su habitación. De tranquilidad nada, porque todos los delincuentes, pervertidos y demás fauna a los que tememos en la calle también están en la Nube. Los niños deben deben conocer las ventajas de "estar conectados", pero también sus riesgos. Y no me refiero a que, por error, o más bien deliberadamente, puedan ver un poco de carne en alguna página guarrilla, que eso es lo de menos. El problema son los chats, las redes sociales, todo aquello que les permite estar en contacto con sus amigos, pero también con esa fauna de la que antes hablaba. Los que tenemos treintaypico hemos vivido de cerca la explosión de Internet y tenemos más o menos asumidos los riesgos que comporta. Los que seamos sensatos sabremos educar a nuestros hijos en el uso de las nuevas tecnologías. Pero, ¿conocían nuestros padres esos riesgos? Los míos, desde luego, no, como tampoco los conocen muchos de los que tienen ahora más de cuarenta. Veo a los chavales enganchados al móvil en la puerta del colegio, intercambiando mensajes, "quedando en el Messenger", geolocalizados... y me da miedo pensar que puede que no sepan a lo que están expuestos, posiblemente porque tampoco lo conocen sus padres.

Mi opinión es que las generaciones mayores han perdido el tren (hablo en general, que nadie se moleste) y que los pocos que lo han cogido van en el vagón de cola. Ellos lo tienen difícil ya para explicar a sus hijos algo que ni ellos mismos comprenden. Lo preocupante es que tampoco están recibiendo esa educación en los colegios. Hay aulas de informática, sí, pero es que no se trata de enseñar a manejar el ratón a los más pequeños o un paquete ofimático a los que son algo más mayores. Eso lo aprenden ellos solos, porque han nacido con ello. Es mucho más importante que todo eso, es una cultura completamente nueva. No se trata de explicar "cómo se maneja el cacharrito", sino de que los niños comprendan el cambio social que implica.

Cuando pasen muchos años, los libros de historia hablarán de esta época como la que dio luz a la revolución más importante de la humanidad. Eso lo sabemos ya. Valorémoslo pues en su justa medida y enseñémoselo a nuestros hijos. No se trata de que vivan de espaldas a Internet, porque Internet existe. Sin miedo, pero que no aprendan solos como hicimos nosotros.

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